En un niv­el alto, una empre­sa elab­o­ra una estrate­gia cor­po­ra­ti­va con un mon­tón de obje­tivos y aspec­tos com­ple­jos. Pero, ¿cómo se tra­duce esto en la gestión diaria del tra­ba­jo y cómo se involu­cra a los emplea­d­os en estos obje­tivos estratégicos?

Los OKR (Obje­tivos de Resul­ta­dos Clave) son un pro­ce­so rel­a­ti­va­mente nue­vo y pop­u­lar que las empre­sas uti­lizan para vin­cu­lar los obje­tivos de la orga­ni­zación y del equipo con resul­ta­dos med­i­bles. Los OKR ayu­dan a respon­der a estas dos preguntas:

  • ¿Dónde quer­e­mos ir? (Obje­ti­vo)
  • ¿Cómo medi­re­mos nue­stros esfuer­zos para con­seguir­lo? (Resul­ta­dos clave)

Mien­tras que un obje­ti­vo puede ser duradero (se pro­lon­ga durante un año o más), los resul­ta­dos clave evolu­cio­nan a medi­da que avan­za el tra­ba­jo. Una vez que se hayan com­ple­ta­do todos, se habrá alcan­za­do el Obje­ti­vo. Con una for­ma con­tin­ua de alin­ear, revis­ar, medir y ajus­tar el tra­ba­jo en fun­ción del val­or aña­di­do hacia estos obje­tivos, se con­seguirá una ver­dadera agili­dad. Esta for­ma de plan­i­fi­cación estratég­i­ca, en la que los resul­ta­dos prevale­cen sobre el rendimien­to y en la que se hace hin­capié en la aportación de val­or, con­ll­e­va un par de ventajas:

  • Alin­eación estratég­i­ca: todos con­tribuyen a la estrate­gia y al éxi­to de la empre­sa con una com­pren­sión unifi­ca­da del éxito
  • Eje­cu­ción cen­tra­da: los equipos darán pri­or­i­dad a los pro­duc­tos que aporten valor
  • Equipos empoder­a­dos: los equipos com­pro­meti­dos tienen un propósi­to com­par­tido, con un sen­ti­do de propiedad de sus propias actividades

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